ARTICULOS / ARTICLES
Universidad de Buenos Aires
Universidad de Quilmes
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Argetina
kanjulian76@yahoo.com.ar
Resumen:
El
objetivo de este trabajo es analizar la relación entre
gobierno, corporaciones empresarias de la clase dominante y los
proyectos MERCOSUR y ALCA en los inicios del gobierno de Kirchner. La
hipótesis principal es que los cambios en la inserción
regional de Argentina desde 2003 (reconstrucción del MERCOSUR
y rechazo al ALCA), tuvieron entre una de sus causas a las acciones
de corporaciones como la Unión Industrial Argentina (UIA) y la
Sociedad Rural Argentina (SRA). Como afirma Katz (2006) aquella
reconfiguración regional, además de estar influenciada
por las protestas sociales antineoliberales, también respondió
a la demanda de una diferente inserción regional por parte de
las clases dominantes locales. Mediante el análisis de la
prensa escrita y de documentación de las corporaciones,
observaremos los posicionamientos sobre el ALCA y el MERCOUSR, el
tipo de intervención del gobierno que reclaman y por qué
apoyan o rechazan las negociaciones entre 2003 y 2004, en la reunión
de la Ronda Doha de Cancún de la Organización mundial
de Comercio (OMC) y en las Minicumbres del ALCA de Miami y Puebla,
donde quedaron trabadas las negociaciones del ALCA y se produjo la
reorientación del MERCOSUR.
Palabras claves: clase dominante, MERCOSUR y ALCA, gobierno de Kirchner
Abstract:
The aim of this paper is to analyze the relationship between the
government, business corporations of the ruling class and the
MERCOSUR and FTAA projects at the beginnings of Kirchner’s
administration. The main hypothesis is: the changes in the regional
insertion of Argentina from 2003 (reconstruction of the MERCOSUR and
rejection of the FTAA), had among its reasons the corporation
actions of the Argentinian Industrial Union (UIA) and the Argentinian
Rural Society (SR). As Katz (2006) points out, that regional
reconfiguration, besides being influenced by the social
antineoliberal protests, it also responded to the demand of a
different regional insertion on the part of the ruling local classes.
By means of the analysis of the written press and of documentation of
the corporations, we will observe the positions on the FTAA and the
MERCOUSR, the type of government intervention that they claim and why
they support or reject the negotiations between 2003 and 2004, at the
meeting of the Round Cancún's Doha of the World Trade
Organization (WTO) and in the Minisummits of the FTAA in Miami and
Puebla, where FTAA negotiations were halted and the reorientation of
MERCOSUR took place.
Key Words: ruling class, MERCOSUR and FTAA, government of Kirchner
La política exterior, particularmente la que tiene que ver con la integración regional, no estuvo exenta de los cambios transitados por Argentina luego de la crisis del 2001. El encausamiento de la relación con Brasil a partir del “Consenso de Buenos Aires” firmado entre Lula y Kirchner en octubre de 2003, la reactivación del MERCOSUR luego de la crisis iniciada en 1999, las posturas del gobierno argentino en las discusiones por el ALCA y el fin del alineamiento automático con Estados Unidos, arrojaron algunos contrastes con el escenario de la década anterior en torno a la política exterior y a la inserción regional de Argentina. Este trabajo se propone abordar un análisis de esos cambios en política exterior y en la inserción regional acontecidos a partir de 2003 pero observando cómo influyeron en ellos los posicionamientos, demandas y acciones de las principales corporaciones empresarias, como la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Unión Industrial Argentina (UIA), a la hora de abordar las negociaciones por el ALCA y la reorientación del MERCOSUR. Tanto en el MERCOSUR hasta el día de hoy como en las negociaciones por el ALCA hasta su detención en 2005, predominó la lógica de funcionamiento y toma de decisiones a nivel intergubernamental, sin embargo desde el enfoque de análisis que persigue este trabajo entendemos que –sobre todo en las negociaciones de acuerdos comerciales– los posicionamientos, acciones y lineamientos de política exterior de un gobierno están en tensión, discusión y negociación con los intereses, las demandas y las acciones de las principales fracciones de la clase dominante a través de sus diversas expresiones como organismos corporativos, alineamientos interempresariales y grupos económicos.
En consecuencia, intentamos contribuir al análisis de la integración regional como una instancia más compleja de las decisiones que los presidentes, cancilleres o ministros de economía toman. Por un lado, nos proponemos nutrir los abordajes críticos de las relaciones internacionales, la integración regional y la política exterior, alejándonos de la mirada convencional del derecho, la diplomacia y las relaciones internacionales que han abordado las políticas exteriores y el sistema internacional de Estados; y, también, de las miradas derivadas del análisis económico más ortodoxo –en algunos casos, también del heterodoxo– de los procesos de integración y las vinculaciones entre los estados-naciones y los mercados regionales y globales. Por ejemplo, abordaremos lo que las teorías tradicionales, ya sean las realistas o las liberales, dejan de lado cuando analizan la relación entre la arena internacional, el estado nacional, su política exterior y los mercados. Nos referimos a profundizar el análisis más allá de lo que los gobiernos o mercados (los sujetos de las dos principales corrientes interpretativas tradicionales) hacen o deshacen cuando se observa la inserción exterior de un país o el desarrollo de un bloque regional. En coincidencia con Jaquenod (2013), entendemos que se debe al excesivo politicismo de los realistas y al abundante economicismo de los liberales, producto de sus nociones teóricas de Estado y conflicto social que conllevan. Intentamos entonces, poner el eje en la inserción regional y en la política exterior desde un acercamiento crítico donde podamos observar cómo aquéllas están rodeadas de conflictos y tensiones, tanto entre regiones, bloques de integración y países, como de los que provienen de las relaciones de fuerza entre las clases y fracciones de clases sociales; es decir, de las relaciones sociales más generales. Así, entendemos que determinados intereses económicos, políticos y sociales se expresan en las políticas exteriores y en la inserción regional de un país.
Por otro lado, también nos proponemos enriquecer los estudios sobre la clase dominante en la Argentina reciente, en continuidad con una línea de trabajos que, desde diversas perspectivas, observó sus conductas, posicionamientos, alineamientos internos y su relación con los gobiernos desde mediados de la década del ochenta hasta la crisis del 2001 y los primeros momentos posteriores; nos referimos a los estudios de Basualdo (2004), Bonnet (2008, 2013), Castellani y Schorr (2004), Pucciarelli (2011), Viguera (2000), entre otros. Desde aquí, pretendemos retomar esos ejes de análisis sobre la clase dominante, pero en torno a la política exterior y a la inserción regional de Argentina, recuperando los sugerentes hipótesis que hicieran Katz (2006), Schorr (2001) y Schorr y Wainer (2005), sobre la importancia de esta vinculación en la primera década del siglo XXI.
En torno al período abordado, entendemos que durante 2003 y 2005 se produce un rediseño en el proceso de integración regional (Katz 2006; Kan 2010) donde Argentina jugó un papel destacado, en consonancia con algunos de los cambios implementados en su política exterior, como por ejemplo el fin de las relaciones carnales bajo el menemismo o las intensas bajo el gobierno de la Alianza (Morgenfeld 2012) y la prioridad de la integración sudamericana y el relanzamiento de la relación con Brasil y del MERCOSUR. La postura oficial de rechazo al ALCA que llevó el gobierno de Kirchner posteriormente a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, en conjunto con sus pares del MERCOSUR –sobre todo Brasil– y Venezuela, comenzó a construirse en ese lapso de tiempo mencionado.
Ante este escenario, centraremos nuestro análisis en las corporaciones empresarias como SRA y UIA, que expresan los intereses de las principales fracciones constituidas históricamente de la clase dominante argentina. La SRA, porque expresa los intereses de los productores agrarios con mayor competitividad a escala mundial; y la UIA, porque aglutina diversos intereses industriales no homogéneos entre sí pero que se nuclean en la misma entidad, siendo ésta la más representativa e importante de la industria. Ambos sectores, a través de sus representaciones corporativas, comenzaron a darle una mayor importancia a la política exterior y regional por esos años, tanto en el reclamo de determinadas formas de intervención del gobierno, mediante la participación de reuniones y negociaciones con funcionarios, como también manifestando posicionamientos con documentos propios sobre el tema. Es que las negociaciones por el ALCA y la crisis del que transitaba el MERCOSUR –iniciada en 1999 y profundizada durante 2001– ponían en cuestión para el conjunto de la clase dominante local, el tipo de inserción regional basada en lo comercial que tuvo lugar en la década anterior que, como señaló Rapoport (2008), se desplegó bajo el esquema del “regionalismo abierto” de la CEPAL y del Consenso de Washington. Los propios empresarios que habían apoyado aquélla inserción bajo ese esquema, si bien lo realizaron en un marco de apoyo general a la apertura económica (Viguera, 2000), comenzaron a replantearse si continuarían sosteniendo, por un lado, las negociaciones por un ambicioso proyecto de libre comercio como el ALCA, que profundizaría aún más la apertura comercial; y por otro lado, la continuidad de un MERCOSUR sumido en una profunda crisis comercial y política. Por diversos motivos tanto el sector agrario como el industrial, esbozarán límites a ese tipo de inserción regional.
En torno al MERCOSUR, desde el punto de vista geopolítico, el cambio en la relación entre Argentina y Brasil1 arrojó modificaciones en el tratamiento de los problemas comerciales y, si bien no hubo modificaciones estructurales en las condiciones básicas del acuerdo, sirvieron para buscarle soluciones puntuales a los desequilibrios comerciales y para convertirlo al bloque regional en la herramienta de negociación del ALCA, tanto por iniciativa gubernamental como por reclamo empresarial. Bajo el gobierno de Kirchner, las demandas de las cámaras sectoriales perjudicadas por la competencia brasileña serán escuchadas y el gobierno logrará acuerdos con Brasil tanto a nivel bilateral como en el MERCOSUR, en pos de lograr una administración y regulación del intercambio comercial. A diferencia de los años anteriores, la UIA y varias de las cámaras empresarias que la componen serán las principales interlocutoras del gobierno.
Con respecto al ALCA, el gobierno de Kirchner llevará la postura de negociar el acuerdo dentro del MERCOSUR y cuestionaría la apertura indiscriminada que planteaba en sus orígenes el acuerdo de libre comercio. En conjunto con Brasil, el gobierno argentino también ponía como primer problema a destrabar –para avanzar en la liberalización comercial y en un determinado grado de apertura– la eliminación de los subsidios a la producción agrícola norteamericana que se discutía en la Organización mundial de Comercio (OMC). Cuestión que era reclamada por las corporaciones agrarias, como forma de apostar a su ingreso en el mercado norteamericano con la habitual competitividad que lo hacían a otras partes de la región y del mundo. Para el sector industrial, la rebaja de aranceles a la entrada de productos de afuera, era vista como una continuidad de la apertura comercial de los noventa que luego de una década terminó siendo perjudicial para varias ramas del sector, por lo que reclamaba que aquella sea escalonada y contuviera medidas de protección, además de prolongar su aplicación. Pero el problema de los subsidios a la agricultura norteamericana, concentró las discusiones gubernamentales que fueron trabando la concreción de la iniciativa. La demanda de otro MERCOSUR y el rechazo del ALCA en las condiciones que pretendía Estados Unidos, si bien ya tenían antecedentes durante 2001 en torno a la Cumbre de Quebec y a su minicumbre previa de cancilleres y secretarios de Comercio de Buenos Aires en abril de ese año, constituyeron claramente el posicionamiento mayoritario de la clase dominante argentina por estos años. Claro está que no sin matices entre sus principales fracciones y sectores como también observaremos aquí.
En consecuencia, el gobierno expresará la voz de esas cámaras industriales para corregir los desequilibrios en el MERCOSUR y retrasar la llegada del ALCA y, a la vez, será el portavoz de las cámaras patronales agropecuarias y de la agroindustria en general, bregando por la eliminación de los subsidios norteamericanos. Esta coincidencia entre las principales fracciones de la clase dominante con el gobierno de Kirchner se expresaría en la postura argentina a favor de un “ALCA Light”, que dominará el escenario de las negociaciones durante fines de 2003 y comienzos de 2004. Es decir, un ALCA limitado, con menor grado de apertura comercial y escalonado en su aplicación, que difería bastante de la idea original de Estados Unidos de sellar para el 2005 un libre comercio regional con un bajo grado de aranceles y de protección por parte de los países latinoamericanos. En este proceso, y en el cambio de relación de fuerzas entre Estados Unidos y la región que se sucedió, se sentaron las bases del posterior rechazo argentino al ALCA en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005, cuestión que a su vez, solidificaría al propio MERCOSUR y a otras instancias regionales (Kan, 2010).
El año 2003 estuvo signado por una serie de hechos en la política regional e internacional que, sumado al cambio de gobierno en Argentina y a su reubicación en aquellos escenarios, permiten observar cambios en la inserción regional argentina. La reunión de la Ronda Doha de Cancún de la OMC, las reuniones o minicumbres de cancilleres y secretarios de Comercio de Miami y Puebla para avanzar en los borradores del ALCA y el Consenso de Buenos Aires entre Lula y Kirchner, son algunos de los hitos sobre los cuales, consideramos, se comenzó a reconfigurar, por un lado, la integración latinoamericana en general y la del Cono Sur en particular, iniciando un ciclo de transformaciones que terminarían de consolidarse luego la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005 (Kan, 2010). Por otro lado, se fueron reconfigurando las posturas de la clase dominante argentina ante los temas regionales, cobrando importancia tanto el interés de las principales corporaciones y organizaciones empresariales sobre la problemática de la integración y el tipo de inserción regional que la Argentina elegiría en ese período, como así también el diálogo e interacción con el gobierno para delinear los posicionamientos oficiales en los momentos claves de las negociaciones.
Las novedades más importantes en materia de negociaciones regionales e internacionales para la Argentina ocurrieron durante los últimos meses del año 2003, cuando en la reunión de la OMC en Cancún del mes de septiembre y en la Minicumbre de Miami del ALCA del mes de noviembre, las negociaciones tomaron un curso crítico y, al mismo tiempo, cuando quedó desplegada la postura de los negociadores argentinos para los dos años posteriores. En la OMC Argentina demandaría, en conjunto con varios países del ex Grupo Cairns (quienes formaron el “Grupo de los 20” en el marco de la OMC, con Brasil como uno de sus portavoces), una fuerte rebaja de los subsidios de Estados Unidos y Europa a sus productores agrícolas, que pusiera en mejores términos la exportación a esos destinos de la producción agropecuaria local. Sobre ese piso, Argentina y otros países discutirían la rebaja de aranceles en otras áreas llamadas “sensibles” para las economías no centrales. Esto se enlazaba con las dos fracciones de la clase dominante más interesadas en esta problemática: la agraria, a quien le interesaba la rebaja de subsidios a los productores norteamericanos y europeos para que sus productos ganen nuevos mercados; y la industrial, ya sea porque algunas pocas grandes empresas o grupos económicos podrían ganar nuevos mercados en los países centrales, o porque una gran parte de los capitales industriales argentinos sufrirían una mayor competencia con una rebaja arancelaria general del comercio de bienes y servicios, por lo que pretendían que ésta fuera escalonada y otorgara la posibilidad de utilizar elementos de protección. En consecuencia, la postura argentina en la OMC se trasladaría a las discusiones por el ALCA.
En torno a la iniciativa norteamericana varias cuestiones que venían asomando se corroboraban tanto a nivel gubernamental como a nivel empresario: no existía un rechazo total a la iniciativa norteamericana, sino una visión diferente de la forma y los tiempos en implementar el acuerdo, que llevaría, en el mejor de los casos, a la concreción de un ALCA “Light”, “a dos niveles” o “a la carta” y no del ALCA tal como lo proponía Estados Unidos para 2005. La utilización del MERCOSUR como bloque regional y la asociación para tales fines de Argentina con la postura de Brasil para negociar el ALCA en conjunto quedaba sellada en esas reuniones de la OMC y ALCA.2 Las principales corporaciones empresarias de la clase dominante estarán de acuerdo en estos puntos. A partir de la reunión Cancún, en septiembre de 2003, los países del MERCOSUR lograrían llevar como piso a las negociaciones del ALCA, los planteos realizados en la OMC. Así, la cuestión de los subsidios norteamericanos a la producción agrícola sería la principal traba que pusieron Argentina y Brasil en la Minicumbre de Miami del ALCA, de noviembre de ese año. Esto fue lo que posibilitó firmar en Miami un documento común sobre un ALCA menos pretencioso, el conocido “ALCA Light”, con la siguiente contrapartida positiva para los dos grupos de países, los más afines a Estados Unidos y los del MERCOSUR más Venezuela. Por un lado, como la discusión por los subsidios continuaría en el marco de la OMC, para el grupo de Argentina, Brasil y el MERCOSUR, esta posibilidad de discutirlo en ambos eventos implicaba una rebaja en las pretensiones iniciales de Estados Unidos en torno a que en 2005 pudiera firmase el ALCA tal como fue propuesto originalmente. Por otro lado, para el grupo de Estados Unidos y los países que lo secundaban, se establecía la posibilidad de desplegar pequeños acuerdos de libre comercio (los conocidos TLC’s), al margen de las negociaciones por el ALCA. De esta forma, Miami no era el fracaso de la Ronda Doha de la OMC en Cancún (cuestión celebrada por los empresarios argentinos), pero tampoco había avances concretos en las negociaciones por el tema de los subsidios, los que quedarían pendientes de discusión en el marco más global de la OMC con la idea de ir quitándolos escalonadamente. Este aspecto también era celebrado por un grupo de empresarios argentinos.
Veamos entonces cómo se posicionaba y manifestaba la clase dominante argentina en términos generales. Unos días antes del encuentro de Miami, un vasto sector de aquélla daría apoyo a la postura oficial de Argentina y pondría énfasis en la necesidad de apertura de los mercados norteamericanos pero utilizando el MERCOSUR para negociar.3 Recorremos algunas voces de dirigentes importantes de las cámaras empresarias en torno a las negociaciones en Cancún de la Ronda Doha y en Miami por el ALCA. Por ejemplo, Monir Madcur, directivo de la Cámara de la Construcción, sostenía que “hay que acordar el ALCA pero con la idea de que sirva para poder negociar mejor dentro del Mercosur” (El Cronista Comercial, 17/11/03). Por el lado de la industria también había acuerdo en la principal estrategia:
‘Coincidimos con la posición del Gobierno porque siempre es más ventajoso negociar en bloque contra una potencia como Estados Unidos que hacerlo por separado’, decía uno de los principales directivos de la Unión Industrial, al mismo tiempo que aclaraba que ‘la Argentina no debe hacer fuerza para que el ALCA fracase porque Brasil se aprovechará de la circunstancia y dominará el Mercosur a su antojo’. (El Cronista Comercial, 17/11/03)
El poderoso grupo Techint, miembro tanto de la UIA como de Asociación Empresaria Argentina (AEA), si bien en varias ocasiones se posicionaba por su cuenta ante el ALCA, lo hacía también en nombre de sus lugares dentro de la entidad industrial:
El Grupo Industriales, que lidera la Organización Techint, y que encarna la oposición a la actual conducción de la UIA, quiere un ALCA donde Estados Unidos verdaderamente termine de subsidiar a sus sectores industriales. ‘Es fácil impulsar un acuerdo de libertad comercial desde Alaska a Tierra del Fuego y luego proteger el mercado con barreras antidumping. El ALCA hay que negociarlo a favor del Mercosur y no como pretende Estados Unidos’, afirmó un dirigente de Techint y del Grupo Industriales. (El Cronista Comercial, 17/11/03)
En lo que respecta a las grandes empresas y grupos económicos por fuera de la UIA, más allá del sector de la economía que representan, en la multisectorial y también influyente AEA, se posicionaba también sobre la cuestión: “Están totalmente de acuerdo con la idea de llegar al ALCA en bloque. ‘La Argentina tiene más para ganar que para perder en el ALCA’, dijo un empresario asociado a la institución. ‘Pero en general, desde la Asociación, compartimos la idea de llegar a Miami desde el Mercosur’” (El Cronista Comercial, 17/11/03). Los bancos, en tanto, también decidieron acompañar la estrategia del Gobierno de negociar junto con el MERCOSUR: “’Esa es la mejor negociación’, dijo Adeba, la entidad que agrupa a las entidades de capital privado argentino” (El Cronista Comercial, 17/11/03).
Transcurrida la reunión de Miami, los empresarios volvían a dar apoyo al gobierno y a la forma en que éste manejaba las negociaciones:
La mayoría de los hombres de negocios se mostró conforme con la cumbre del ALCA de Miami. Allí se cerró un convenio anoréxico que postergó los problemas gordos, como subsidios o barreras no arancelarias (antidumping o sanitarias) de Estados Unidos o la falta de liberalización de inversiones o de regulación de la propiedad intelectual de Brasil. (La Nación, 23/11/03)
Rápidamente los diarios reflejaban el estado de ánimo de los empresarios de diversos sectores, algunos contentos por la continuidad de las negociaciones, otros contentos por los paños fríos que se ponían para su instalación en 2005.:
‘Lo importante es seguir adelante’, destacó el vicepresidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), Cristiano Rattazzi. ‘No importa que sea light o heavy. Por lo menos no se paró la negociación como en Cancún’, dijo el titular de Fiat. Los fabricantes de chocolates, como Arcor, tampoco predicen muchas más ventas, aunque ven algunas. ‘Nuestros productos entran en Estados Unidos sin aranceles por el sistema general de preferencias (SGP)’, explicó el coordinador corporativo de Arcor, Román Bartomeo. ‘Para consolidar esa ventaja del SGP, del que Estados Unidos te puede meter o sacar, es necesario el ALCA.’ enfatizó el gerente de relaciones corporativas de la empresa de los Pagani, Adrián Kaufmann. ‘Bien negociado, el ALCA es una oportunidad’, destacó el presidente de la Cámara Argentina de la Industria Plástica (CAIP), Héctor Méndez. ‘Nosotros ya entramos en Estados Unidos, pero el acuerdo mejoraría nuestras posibilidades’, reconoció Méndez, vicepresidente primero de la UIA, satisfecho con lo firmado en Miami: ‘Es bueno porque se negociará sector por sector El presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Mario Raiteri, está en las antípodas: ‘El acuerdo light me da tranquilidad porque no es profundo. Está bien que no haya ALCA por ahora, hasta que no se fortalezca primero el Mercosur para después negociar como iguales con Estados Unidos’. (…) algunos empresarios de estos sectores tampoco se enamoran del ALCA. ‘Las ventajas de un continente unificado nos cambian poco’, observó el gerente de Bodegas de Argentina, Mario Giordano. ‘A nosotros nos modificaron el cambio de nuestros vinos, hace más de diez años, y los viajes al mundo para venderlos. El negocio con Estados Unidos ya lo tengo. Con Canadá, también. En México queremos mejorar el arancel del 12% para entrar en pie de igualdad con los vinos chilenos, pero no podemos. En Estados Unidos nunca vamos a corregir el impuesto del 33 % al mosto porque mueve mucho a dinero’. La Nación, 23/11/03)
Los principales posicionamientos del sector agrario sobre la Ronda Doha de Cancún y las negociaciones por el ALCA emanarían de la SRA y, en varias circunstancias, serían acompañadas por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). La postura de incrementar las exportaciones agropecuarias tenía el consenso de todas las entidades, incluso también de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) que actuaba en conjunto con SRA y CRA en algunas negociaciones internacionales.
Si nos remontamos a comienzos de 2003, todavía sin Kirchner en el gobierno, la SRA daba a conocer un documento que se titulaba “ALCA: sin el agro no hay negociación posible” (SRA, 2003),4 que apoyaba el ingreso de Argentina en el ALCA pero en determinadas condiciones. Desde fines de 2002, cuando se había anunciado la realización de la reunión de la Ronda Doha para septiembre de 2003 en Cancún, varios países y actores políticos y sociales con intereses involucrados en el comercio mundial comenzaron a posicionarse sobre el tema de los aranceles. Las discusiones por las rebajas arancelarias y panarancelarias en el marco de la OMC repercutieron en las negociaciones por el ALCA. Como afirma Morgenfeld (2006), por esos años en Argentina los sectores agroexportadores también veían al ALCA como la posibilidad de negociar la rebaja de subsidios por parte de Estados Unidos. La SRA, por ejemplo, pretendía que se llevaran a la mesa de negociaciones todos los temas que impedían el libre comercio de sus productos agrícolas. Esta entidad venía apoyando las posturas de Argentina en el Grupo Cairns, en conjunto con Brasil y países exportadores hacia los países centrales de otras partes del mundo, quienes pugnaban por el fin del proteccionismo agrícola de los países centrales, fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Europea (Morgenfeld 2006:77). Las medidas reclamadas iban, entonces, en esta dirección de bregar porque las potencias dejaran de subvencionar a sus productores agrícolas, permitiendo ingresar libres de subsidios las exportaciones agrarias argentinas. Al igual que las otras organizaciones empresarias, la SRA apoyaría la utilización del MERCOSUR –sin reparar tanto en su crisis interna como lo haría la UIA, más afectada evidentemente por ella– como estrategia de negociación de Argentina y tendría interacción con funcionarios claves en momentos relevantes para las negociaciones.5 Veamos en el documento mencionado cómo proponen avanzar en ellas:
La relación entre el ALCA y el MERCOSUR están llegando a un punto crucial en relación al futuro comercio de bienes y servicios entre ambos bloques. La posición de la Sociedad Rural Argentina al respecto se sustenta en, al igual que en Cancún, llevar a la mesa de negociaciones todos los temas que impiden el libre comercio de productos agrícolas. Los aspectos que entendemos que se deberían abordar son en grandes líneas tres:
-Acceso a mercados: solicitud de ampliación de cuotas, reducción de aranceles, autorización de ingreso de nuevos productos, etc.
-Reducción de ayudas internas: solicitud de mecanismos compensatorios por producto.
-Eliminación de subsidios a la exportación: compromiso de reducción escalonada del presupuesto para estos fines. (SRA, 2003)
En el documento se afirmaba el carácter de Argentina como país agroexportador y el potencial impacto sobre las exportaciones agrícolas argentinas en caso de entrar al ALCA. Además, se retomaba una clásica idea de la Sociedad Rural, donde el libre comercio es la llave para erradicar los problemas de la economía argentina. Se impulsaba un modelo de país donde las exportaciones agroindustriales, potenciadas por un crecimiento del intercambio comercial con Estados Unidos vía ALCA, conllevaría a la eliminación del desempleo:
No se puede desconocer el potencial impacto positivo para las exportaciones de agroalimentos y para el país de lograr avances en los tres temas, teniendo en cuenta que el 60% de los envíos al exterior de la Argentina corresponden a productos del campo (…) Lácteos, carne ovina y bovina, cítricos, azúcar, maní, miel son algunos de los agroalimentos que podrían verse beneficiados por la liberalización del comercio con el ALCA, lo cual implicaría una sustancial baja del desempleo, ya que todas estas producciones se tratan de actividades que requieren mano de obra intensiva. (SRA, 2003)
Algunos meses más tarde, ya con Kirchner en el gobierno, la SRA volvía a posicionarse a favor del ALCA y apoyaba la postura del gobierno argentino de utilizar el MERCOSUR como herramienta de cohesión regional para negociar en mejores términos el ingreso al ALCA. En su discurso de apertura de la 117 Exposición Rural de Palermo, en el marco de varias críticas a las primeras acciones de Kirchner como presidente,6 Miguens reafirmaba el ingreso al ALCA a través del MERCOSUR, cuestión en la que sí acompañarán al gobierno de Kirchner: “Con referencia al Mercosur, dijo que ‘apoyamos la acción del Gobierno de respaldar el desarrollo del mercado regional’, para que desde ahí se pueda ‘negociar en el ALCA’” (Clarín, 3/8/03).
Unos días más tarde, acercándose la Cumbre de Cancún de la OMC, en la inauguración de la 68ª Exposición de Ganadería de la Sociedad Rural de Corrientes, el presidente de la entidad solicitaba que: “el agro no sea moneda de cambio en OMC. No debemos confiarnos, tenemos que asegurarnos que el tema agrícola no sea utilizado como históricamente se ha hecho, y debe quedar muy claro: el agro no es una moneda de cambio en las negociaciones internacionales” (Ámbito Financiero, 11/08/03). Y explicaba que solicitaron al secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, Martín Redrado, que “el tema agrícola sea prioritario en la próxima reunión de Cancún, organizada por la OMC” (Ámbito Financiero, 11/08/03).
La postura de Argentina en el fracaso de la Ronda Doha de Cancún expresaba, sin dudas, un entendimiento entre el gobierno argentino y las corporaciones empresarias en relación a la eliminación de subsidios por parte de los países centrales y ante el avance de la apertura arancelaria argentina. Se acercaba la reunión de Miami del ALCA y comenzaba a agilizarse la comunión entre empresarios –sobre todo los del agro– y gobierno para avanzar en las negociaciones. El sector agroexportador era el principal interesado en concretar alguna negociación en estas condiciones y públicamente pedía negociar el ALCA si Estados Unidos eliminaba los subsidios a sus productores agropecuarios. Al respecto, Luciano Miguens declaraba: “Pensamos que el Mercosur debe pelear para que los Estados Unidos abran su comercio al azúcar, maní, carne y cítricos” (El Cronista Comercial, 17/11/03). Quedaba claro que Cancún había trabado las negociaciones y lo positivo de aquello para el sector era el piso de condiciones que se transferían a las negociaciones por el ALCA en torno al reclamo por subsidios, pero lo negativo radicaba en la posibilidad de que no se avanzara en ningún tipo de negociaciones y que las del ALCA también quedaran trabadas, como ocurrió con las de la OMC. Las principales corporaciones agrarias no eran partidarias de llegar a esta situación, ya que veían como un mercado más que interesante a los Estados Unidos. Días más tarde, mediante un comunicado oficial, la SRA reclamaba la incorporación de “todos los temas que impiden el libre comercio de productos agrícolas a las negociaciones por el ALCA que se desarrollaban en la VII Reunión Ministerial en Miami” (Infobae, 21/11/03).7 En este comunicado pedían nuevamente abordar el tema del acceso a los mercados, mediante la reducción de ayudas internas y la eliminación de subsidios a la exportación.
En correspondencia, el mismo día el encargado de las negociaciones económicas del gobierno, Martín Redrado, aseguraba desde Miami que la Argentina insistiría para que “Estados Unidos y Canadá eliminen para los países del hemisferio los subsidios a la producción y exportación agrícola y termine con las prácticas que distorsionan el comercio” (Infobae, 2/11/03). El entendimiento entre campo y gobierno en este aspecto estaba consumado.
Si bien en la Reunión Ministerial de Miami hubo un documento final y no se produjo una ruptura en las negociaciones, tampoco se plasmaron profundos avances, sino solamente el piso común para continuar negociando. La posterior Minicumbre de Puebla de secretarios de Comercio que tendría lugar en febrero de 2004, para continuar discutiendo la letra fina de los borradores, tampoco dejaría resultados o avances reales con miras a la concreción del ALCA en 2005. Las partes intentaron acercar posiciones sobre el tema de los subsidios y aranceles, pero los resultados fueron otros. Los viceministros de 34 países americanos, entre ellos la Argentina, intentaron avanzar en las negociaciones, pero viniendo del escenario de la extraordinaria Cumbre Presidencial de Monterrey8 convocada de urgencia por Estados Unidos, el terreno no había quedado fértil para profundizar los leves acuerdos de Miami. Para esa Reunión del Comité de Negociaciones del ALCA, el negociador argentino, Martín Redrado, llevaba a México una propuesta cerrada para retomar las negociaciones: Estados Unidos y Canadá deberían aceptar algún desmantelamiento de los subsidios a las exportaciones agrícolas hacia el continente9 y también deberían ser negociados los subsidios a su producción agrícola para el mercado interno norteamericano. No obstante, la posición de la Argentina intentaba, en pos de lograr un acuerdo, ser más flexible en esto último y continuar discutiéndolo en el marco de la OMC.10 El proyecto incluía un cronograma de hasta quince años, con productos que podrían ser liberados en el año posterior, otros en cinco años y otros en diez años. Para el plazo máximo estarían reservados los productos más sensibles como azúcar y textiles (La Nación, 2/2/04). 11
Como señalaba el diario La Nación: “Quienes no se mostraron inhibidos para continuar negando la apertura del comercio agrícola reclamada por el Mercosur para el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fueron los Estados Unidos y sus socios del G-14, integrado por Chile, México, Perú y otras naciones” (La Nación, 16/2/04). La postura de este bloque intentó una excepción a la desgravación arancelaria de los bienes agropecuarios que los negociadores del MERCOSUR no entendieron como satisfactoria. El diario destacaba que para avanzar o no en las negociaciones, hubo consultas directas al sector privado:
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Martín Redrado, llamó por teléfono al presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, y al presidente del Centro Azucarero Argentino, Jorge Zorreguieta, para saber hasta dónde podía tensar la cuerda. La reunión fracasó porque el Mercosur no acepta un ALCA con la agricultura postergada. (La Nación, 16/02/04)
A partir de ahí, las negociaciones quedarían estancadas, como sostenía el funcionario argentino, Gustavo Idígoras, director de Mercados Agroalimentarios de la Secretaría de Agricultura, de manera más protocolar que el centenario diario: “Es evidente que habrá un relajamiento de la negociación” (La Nación, 16/2/04). A tal punto que las posteriores reuniones, programadas para el mes de marzo y luego para abril, como forma de continuar acercando las partes, fueron canceladas.
En consecuencia, observamos que el ALCA generó aceptación en las corporaciones agrarias, en tanto se respetaran sus posicionamientos a favor de incrementar las exportaciones tanto de materias primas como de manufacturas de origen agropecuario. Con ese fin, desde las principales representaciones corporativas del sector se demandó a Estados Unidos la eliminación de los subsidios a sus productores agrarios para avanzar en las negociaciones por la liberalización del comercio en el marco de la Ronda Doha o en el advenimiento de un acuerdo de libre comercio continental como el ALCA. Por otra parte, construyó el entendimiento en el aspecto comercial de la inserción regional entre el gobierno de Kirchner y las corporaciones agrarias. Mientras que sobre las retenciones a las exportaciones, la política económica en general y temas como los derechos humanos, hubo disidencias profundas durante los primeros meses del kirchnerismo, con respecto a la cuestión comercial y regional encontramos apoyo al gobierno, a tal punto que el posicionamiento de los negociadores gubernamentales argentinos fue casi tal cual a lo que reclamaban las entidades patronales del sector agrario.
Encontrar una voz única en la UIA no es algo sencillo, sobre todo en tiempos de cambios políticos. Sin embargo, en las cuestiones de política exterior, inserción regional y negociaciones internacionales aparecieron en la UIA amplios consensos durante 2003, que difieren de los enfrentamientos sobre otros temas de política económica nacional que llevaron a una interna luego de doce años de existencia del acuerdo de alternancia entre el Movimiento de Industria Argentina (MIA) y el Movimiento de Industria Nacional (MIN) para conducir la principal entidad industrial argentina. La UIA se venía preocupando con mayor ahínco que la SRA sobre las problemáticas del MERCOSUR y también –aquí con igual importancia aunque por diferentes motivos– sobre las posibles consecuencias del ALCA. Incluso, los referentes de los dos sectores que se enfrentaron en las elecciones internas del mes de abril de ese año, no distaban, en el momento de mayor tensión, sobre la postura ante el ALCA. Por ejemplo, Alvarez Gaiani, candidato por la lista “Consenso” (cercana a la conducción del MIA y la COPAL) y Guillermo Gotelli por la lista “Industriales” (cercana al MIN y a grupos como Techint) se posicionaban sobre el ALCA los días previos a los comicios. Álvarez Gaiani señalaba: “Antes de entrar en el ALCA hay que hablar del Mercosur, que necesita ser reforzado porque hoy adolece de una falencia que hay que corregirla. Cuando se producen grandes diferencias de cambio hay que buscar algún tipo de salvaguardia o de correcciones dentro del Mercosur. Luego habría que negociar con los otros bloques desde el Mercosur, como bloque” (Clarín, 20/04/03). Y Gotelli destacaba: “La clave pasa por la calidad de la negociación. Ahí el Mercosur es importante para integrar producciones. En las negociaciones internacionales se ha perdido más en la mesa de negociación que en la idea de integrarse” (Clarín, 20/04/03).
En el mes de agosto, luego de tres meses del gobierno de Kirchner, el anunciado viraje del MERCOSUR luego de su crisis era apenas una declaración todavía. Y, al mismo tiempo, se acercaban las reuniones de Cancún y Miami, que apuraban la definición de la estrategia regional argentina, con sus respectivas implicancias para los industriales. Desde la UIA se le pedía acción al gobierno de Kirchner para contrarrestar los desequilibrios y asimetrías que existían en el MERCOSUR desde hacía años profundizados por la crisis del Real de 1999 y los desentendimientos durante el gobierno de la Alianza. El elegido titular de la entidad, Alberto Alvarez Gaiani, sostenía que el Mercosur debería negociarse de presidente a presidente: “La postura de la UIA es que el presidente Kirchner tome las riendas de las negociaciones y que Brasil mantenga el liderazgo político” (Clarín, 24/8/03). La UIA sacaba un comunicado donde anunciaba sus posiciones para cada uno de los acuerdos regionales donde manifestaba lo siguiente:
Mercosur: Revisar los efectos de las variaciones en los tipos de cambio y los subsidios internos que otorga Brasil a sus productores.
ALCA: Negociar la eliminación de los subsidios al agro y las barreras paraarancelarias.
OMC: la postura es que se cumplan los acuerdos del GATT. Que se cumpla la igualdad de tratamiento de los productos agrícolas y sus derivados respecto de los industriales y que los aranceles desciendan a niveles similares (Clarín, 24/8/03).
Las Conferencias Industriales de la UIA tenían desde el año 2001 una importancia cada vez mayor para conocer la voz de los industriales. En ellas encontramos posicionamientos claros ante los variados temas de la coyuntura económica, política y social de corto y mediano plazo. La situación del MERCOSUR y la relación con Brasil, las discusiones por el ALCA y la OMC, tuvieron un lugar destacado en la 9ª Conferencia de 2003 y en la 10ª Conferencia de 2004.12
La 9ª Conferencia se desarrolló los primeros días de diciembre de 2003, cuando ya se habían producido la reunión de Cancún de la Ronda Doha, el Consenso de Buenos Aires entre Lula y Kirchner y la Minicumbre de Miami del ALCA. En este contexto, uno de los ejes de la conferencia se denominó “Política exterior y negociaciones internacionales”, donde además de las presentaciones especiales de los invitados sobre el tema, había un posicionamiento oficial de la UIA leído por el presidente de la conferencia, Oscar Vignart, quien al comenzar reafirmaba: “Lo que les voy a leer es el documento oficial de la posición de la Unión Industrial Argentina sobre el tema del MERCOSUR y negociaciones internacionales”.13 A través ese documento repasamos entonces la postura de la UIA a fines de 2003. En sus primeras líneas encontramos un balance del MERCOSUR, en el cual se tiene en cuenta la situación que atravesaba el bloque por ese entonces, luego de su período de crisis:
El MERCOSUR es un gran proyecto de integración política, económica y social. Los logros alcanzados hasta el presente no son menores y quedan evidenciados con el incremento del comercio alcanzado y la superación histórica de la hipótesis de conflicto entre los países miembros. Sin embargo, la ausencia de una armonización de las políticas macroeconómicas entre los países miembros, permitieron que la crisis económica que azotara la región profundizara sus consecuencias sobre los sectores industriales y, en particular, de la Argentina. (UIA, 2003:136)
Con respecto a las causas que llevaron al MERCOSUR a la crisis, se señalaban algunas de ellas y, aunque sin nombrarlo explícitamente, el documento dejaba en claro el problema de la asimetría con Brasil:
El desfase entre la apertura arancelaria alcanzada y la armonización de las reglas y disciplinas comerciales necesarias para el perfeccionamiento de un mercado común, es evidente. El MERCOSUR aún carece de las herramientas adecuadas para proteger a la industria local de una competencia desleal o de un crecimiento abrupto o desmedido de las importaciones. (UIA, 2003:136)
Luego se hacía mención a la validez del MERCOSUR como herramienta para las negociaciones en otros ámbitos regionales y globales como el ALCA o la Unión Europea (UE). Aunque también se afirmaba que la prioridad era resolver los problemas internos que aquejaban al bloque:
Por otra parte, el MERCOSUR es el gran instrumento de los países que lo componen para enfrentar las negociaciones internacionales, tanto con el ALCA como con la Unión Europea. La Argentina, particularmente, tiene mucha más para ganar en esas negociaciones, junto con Brasil que sola, y Brasil, a su vez, puede obtener mayores ventajas si es acompañado en la negociación por sus socios del MERCOSUR (…) Un mejor MERCOSUR es indispensable para la concreción de tales objetivos. Sin embargo, para aprovechar estas ventajas debemos, primero, resolver las asimetrías constitucional y macroeconómicas existentes y crear los mecanismos que permitan la solución de los recurrentes conflictos comerciales intrabloque. (UIA, 2003:137)
Con respecto a la agenda a fijar, se observaban dos grandes parámetros. Por un lado, algunos aspectos institucionales y políticos y, por otro lado, la cuestión comercial, sin duda, una de las cuestiones más críticas para los industriales, donde la queja con Brasil, aunque respetuosa, era clara:
La UIA siempre ha alertado sobre la asimetría constitucional entre los miembros del MERCOSUR. Argentina y Paraguay otorgan una jerarquía superior a los tratados en su ordenamiento jurídico, pero Brasil y Uruguay no. En este sentido, la agenda para una correcta institucionalización del MERCOSUR, debería comenzar por la asignación de jerarquías superior a los tratados en aquellos países en que aún no lo tienen o, en su defecto, mediante el establecimiento de mecanismos para que las normativas del MERCOSUR entren en vigencia efectiva, simultáneamente, en los cuatro países miembros.
La creación de organismos supranacionales con competencias legislativas, por ejemplo, el parlamento del MERCOSUR, y de jurisdicción, por ejemplo, el tribunal arbitral del MERCOSUR, sólo será posible una vez resuelta tal asimetría. Avanzar en el proceso de institucionalización sin ese paso previo, sólo logrará generar, en el futuro, más conflictos y mayor decepción.
Las asimetrías macroeconómicas intrabloque son motivo de preocupación para la Unión Industrial. La liberación comercial en el MERCOSUR debería haber sido acompañada por la armonización macroeconómica y sectorial, tal como lo dispone el tratado de Asunción y si bien es cierto que algo se ha avanzado en los últimos tiempos, el camino por recorrer en este sentido también es largo.
Habría que reconocer que el MERCOSUR está aún en transición pero sin disponer de los instrumentos característicos de esos períodos. Mientras tanto, resulta indispensable la creación de mecanismos ágiles, eficientes y operativos para la resolución de conflictos comerciales entre los países miembros. (UIA, 2003:136. El subrayado es nuestro)
Las propuestas que lanzaba la UIA no eran novedad, ya que varias de ellas las reclamaba desde la crisis de 1999: cláusulas de salvaguardia, cupos, aranceles y acuerdos sectoriales bajo un acuerdo macro para todos los sectores (Kan, 2009). Cuando repasamos el pedido de ellos, observamos como novedoso el reclamo de intervención del gobierno al más alto nivel para encarar las negociaciones de los acuerdos sectoriales:
Por un lado, hay que poner cláusulas de salvaguardia debidamente reglamentadas que permitan a la autoridad competente aplicar cupos, cuotas o aranceles frente al crecimiento súbito de las importaciones en relación del consumo aparente interno y la capacidad de abastecimiento local.
Por otra parte, y en vista a incentivar las soluciones entre privados y la integración de las cadenas productivas, se deberá arbitrar la sanción de un acuerdo marco que permita regular los acuerdos sectoriales. Este acuerdo deberá constituir un compromiso formal de los Estados partes para hacer cumplir, en origen de las mercaderías, los acuerdos sectoriales que se hayan establecido. De lo contrario, sin una institucionalización en un marco de seguimiento y control de los organismos aduaneros, tanto de origen como de destino, los esfuerzos privados no pasan de ser meras expresiones de deseos.
Para obtener todos los beneficios del MERCOSUR, necesitamos de un mejor MERCOSUR, que promueva el desarrollo de la región y su integración en el mundo. Para ello, se requiere seguir avanzando en la superación de asimetrías constitucionales y macroeconómicas e instituir de herramientas que permitan resolver conflictos comerciales de un modo eficiente y operativo.
Con la finalidad de lograr que se detecten primero y efectivicen luego los cambios imprescindibles a la normativa MERCOSUR hoy vigente, para mejorar su funcionamiento la UIA sugiere la constitución de un grupo de trabajo mixto, público-privado, con representantes de los cuatro países miembros, que se expida en un plazo no mayor a 90 días corridos a su constitución y antes del 31 de marzo de 2004, respecto a las modificaciones aquí sugeridas y a un programa concreto de implementación de las mismas, que no deberá superar el 30 de junio de 2004. (UIA, 2003: 137. El subrayado es nuestro)
En esta Conferencia hacía una presentación el Centro de Estudios para las Negociaciones Internacionales (CENI) de la UIA, sobre temas afines a la política internacional y al lugar de la UIA en ella. Nos detenemos en las intervenciones del CENI porque nos parece importante señalar que, si bien la UIA ya tenía sus Departamentos de MERCOSUR y de Negociaciones internacionales, en ese contexto de cambios regionales creaba un centro de estudios dedicado íntegramente al tema de la inserción regional, lo que demostraba la preocupación de la entidad industrial por este tema.14 Alejandro Mayoral, encargado de hacer la presentación del CENI, hablando de la interacción público-privada en las gestiones y negociaciones de las relaciones económicas internacionales, exponía una encuesta sobre la opinión de los empresarios en cuanto a la opción de proyectos de inserción regional y global, quedando demostrada una mayor aceptación de reorganizar el MERCOSUR y una mayor cautela con el ALCA y las negociaciones con la UE. Al respecto, Mayoral señalaba:
Las encuestas que se han realizado recientemente entre empresas adheridas a la Unión Industrial, PyMEs y no PyMEs, nos muestran que existe interés por parte de las empresas industriales en profundizar el Mercosur: en gran medida en un 59%, en ampliarlo el 29% y en disolverlo el 13. Quiere decir que esta opinión coincide con el documento que se ha leído en el sentido de tener un Mercosur mejor y más profundo.
Estas opiniones difieren algo respecto de cómo los propios empresarios industriales ven tanto el ALCA, como la Unión Europea, aunque ven en la Unión Europea unas ciertas oportunidades comerciales mayores que en el ALCA. En el caso del ALCA, solamente el 15 está por la constitución inmediata, mientras que el 47 % prefiere una incorporación paulatina y el treinta y tantos por ciento prefiere no constituirla.
En el caso de la Unión Europea, hay una adhesión mayor hacia una constitución inmediata, del 23 %, de una paulatina constitución del 59 % y de una no constitución del 19 %. Quiere decir que se demuestra la preferencia sobre mercados abiertos, pero priorizando los bloques regionales, aunque sin descuidar una lenta y progresiva integración al mundo a través de acuerdos como los que han sido mencionados. (UIA, 2003:149. El subrayado es nuestro)
Esto nos corrobora lo que desde 2001 el grueso de la industria, más allá de algunas grandes empresas o grupos económicos en particular, venía sosteniendo de conjunto: preferencia en arreglar primero los problemas del MERCOSUR y luego desde él negociar el ALCA. La inserción regional para la industria debía respetar ese orden.
Ahora recorreremos algunas voces de los industriales luego de las Minicumbres del ALCA para corroborar la mirada de la 9ª Conferencia. En ellas encontramos que nadie negaba el ALCA abiertamente, es más, algunos simpatizaban bastante; sin embargo, se ponían varios reparos. Todos querían que continuaran las negociaciones, pero coincidían en que la estrategia a seguir era a través del MERCOSUR. A este último le reclaman algo más que los gestos presidenciales.
‘Es una oportunidad o una amenaza si no se negocian las restricciones paraarancelarias’, advirtió el presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Herramientas e Instrumentos de Medición (Cafhim), Julio Cordero. ‘Necesitamos plazos más largos para adaptarnos a las diferentes capacidades de producción. Hay oportunidades de entrar en Estados Unidos en productos que hoy compra de Europa. El problema del ALCA es que haya triangulación desde el sudeste asiático.’ Pero el presidente de Fiat Auto, Cristiano Ratazzi, profesa la fe en el ALCA: ‘Sería espectacular. En el costo horario tenemos ventajas comparativas infernales y tenemos fábricas de última generación. Vendemos autopartes a todo el mundo y podemos vender vehículos, pero tenemos que ser confiables y hacer las cosas bien’. Y observa que los autos argentinos pueden entrar en determinados nichos. El presidente de la Asociación de Fabricantes Argentinos de Componentes (AFAC) de automóviles, Rodolfo Achille, es más cauteloso. ‘El ALCA será bueno o malo, dependiendo de cómo lo negociemos. La Argentina necesita acceso a otros mercados para tener escala. Podríamos entrar en México y Canadá, captar nichos en Estados Unidos. El riesgo no está en la competencia del Nafta, sino en que Brasil concentre la industria del Mercosur’, opinó Achille. El presidente de la Fundación Pro-Tejer, Aldo Karagozian, pide que se negocie el acceso al ALCA como Mercosur. ‘Aprovechemos el ALCA para hablar de la industria textil con Brasil y después negociemos juntos. La apertura de mercados es favorable’, sorprendió Karagozian, representante de un sector al que se suele de tachar de proteccionista. ‘La Argentina debe producir manufactura con alto valor agregado y va a entrar en Estados Unidos. Está sucediendo con las marcas como Kosiuko u Ona Sáez. México es una amenaza porque tiene una confección muy fuerte en maquilas, pero es una oportunidad para nuestras materias primas, tejidos, hilados y ropa de marca.’ (…) ‘En principio, tenemos más dudas que esperanzas’, reconoció Eduardo Miller, gerente general de la Cámara Argentina de Industrias Electromecánicas (Cadiem), que reúne a fabricantes de lámparas, artefactos de iluminación, interruptores y equipos para distribuidoras de energía. ‘Hay muchas asimetrías con Estados Unidos y México. Hay temor de que no se disminuyan las barreras del Nafta y de que ellos puedan competir porque tiene financiaciones. Nosotros ni tenemos crédito. Ellos tienen escala. Nosotros vendemos en América del Sur y tenemos oportunidades en el ALCA si hay una apertura recíproca’, admitió. (La Nación, 23/11/03)
Sobre la situación con Brasil y del MERCOSUR reproducimos las siguientes declaraciones que dejan entrever las persistentes tensiones con el gigante sudamericano. Todos los industriales concordaban en que las posturas del gobierno en los diferentes frentes externos tenían que ser en conjunto con su principal socio regional, Brasil, pero en tanto no se revirtieran las tensiones existentes, continuaba la desconfianza sobre el país vecino. Luego de la reunión de Miami, declaraban directivos importantes de la UIA:
‘Coincidimos con la posición del Gobierno porque siempre es más ventajoso negociar en bloque contra una potencia como Estados Unidos que hacerlo por separado’, dijo uno de los principales directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA), al mismo tiempo que aclaró que ‘la Argentina no debe hacer fuerza para que el ALCA fracase porque Brasil se aprovechará de la circunstancia y dominará el Mercosur a su antojo’.
Manfredo Arheit, presidente de la Asociación de Industrias Metalúrgicas de la República Argentina (Adimra), está convencido que lo bueno es poder llegar a un ALCA equilibrado. ‘La Argentina debe ir con el Mercosur porque negociar en bloque le da más fuerza’, dijo el empresario, al tiempo que advirtió que el país no debe confiarse de Brasil porque ‘nuestro vecino siempre se corta sólo en las negociaciones al defender a su industria nacional con más énfasis que la Argentina’. (El Cronista Comercial, 17/11/03)
En la posición oficial de la UIA quedaba claro para el conjunto de los industriales que, si bien no había rechazo, el ALCA se negociaría dentro del MERCOSUR. Además, que los plazos no estaban dados para que el acuerdo original se firmara en 2005, y que se reclamaba una mayor interacción entre gobierno y empresarios para entablar las negociaciones con Brasil, el MERCOSUR, el ALCA y las negociaciones internacionales en general.15
Luego del estancamiento ocurrido en la Minicumbre de Puebla el sector agrario centró sus estrategias en dos caminos. Por un lado, estrechar los ya existentes vínculos con sus pares de la región para consensuar las posturas que de ahí en más tomaría el MERCOSUR en conjunto en las futuras reuniones del ALCA. Por otro lado, encarar las negociaciones con la UE, que si bien se trabarían rápidamente, ocuparon bastante atención para la SRA, CRA y COPAL, por estar en discusión las mismas cuestiones que los aquejaban ante la OMC y el ALCA: subsidios estatales a los productores agrícolas europeos y existencia de barreras paraarancelarias. El diálogo y entendimiento con el gobierno, en torno a continuar con el pedido de eliminación de subsidios por parte de los países centrales en cualquiera de los ámbitos regionales y globales, continuó durante 2004 y 2005.
En marzo de 2004 se desarrollaba una reunión de la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM), entidad que agrupaba a las principales cámaras agropecuarias de los cuatro países del bloque: SRA, Asociación Rural del Uruguay (ARU), Asociación Rural del Paraguay (ARP), Confederaciones de Agricultura e Pecuaria do Brasil (CNA), Sociedad Rural Brasileira (SRB), quienes sentaron posiciones sobe las negociaciones regionales.16 Se reafirmaba lo que había manifestado la SRA a comienzos de 2003, que sin el agro no había negociación posible: “La FARM apoya las actuales negociaciones externas del bloque que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en el marco del ALCA y con la Unión Europea, que transitan por su etapa decisiva, pero sólo si se mantiene sobre la mesa el tema agrícola” (FARM, 2004). También, se reafirmaba el pedido de que en las negociaciones en torno al acceso a los mercados y rebaja de aranceles, el MERCOSUR modificara parte de su estructura arancelaria, posibilitando avanzar en las negociaciones. Esta cuestión afectaría de rebote al sector industrial, que sería el posible perjudicado por la rebaja arancelaria local y la llegada de las inversiones extranjeras. Aquí podemos observar que el agro compartía la táctica con la industria de negociar los acuerdos comerciales en forma escalonada sobre el tema subsidios, pero como le interesaba estratégicamente un modelo de inserción global que privilegiara sus intereses como exportadores, ponía en segundo plano las implicancias de sobre los bienes no agrícolas, servicios, inversiones y compras gubernamentales:
Las entidades que conforman la FARM someten a consideración de los señores Ministros las siguientes propuestas: La FARM entiende que el Mercosur debe impulsar la completa eliminación de aranceles en todo el universo arancelario, pudiendo ser admitida alguna flexibilidad relacionada a los períodos de desgravación no siendo admitidas exclusiones. Con el fin de lograr progresos concretos en el tema agropecuario, se hace necesario que el Mercosur mejore sustancialmente su oferta en el área de bienes tanto agrícolas como no agrícolas, servicios, inversiones y compras gubernamentales. Se debe negociar en la búsqueda de un acuerdo equilibrado que contenga un mayor contenido de los capítulos bajo negociación. (FARM, 2004)
Algunos meses antes del encuentro de Mar del Plata, se anunciaban las posiciones que llevarían los negociadores argentinos a las reuniones previas de la cumbre. Aquéllas no variaban de las que se venían manteniendo anteriormente,17 de la misma forma que el apoyo empresario a las principales posturas del gobierno tampoco variaban. La SRA mantenía el diálogo directo con la Secretaría de Relaciones Internacionales de la Cancillería para continuar asegurando la postura en favor de la quita de subsidios por parte de Estados Unidos en pos de avanzar en alguna forma de ALCA. En una gacetilla de prensa de la SRA del mes de marzo de ese año, se informaba que:
El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, hoy, recibió en la sede de la entidad, al Secretario de Comercio y de Relaciones Económicas Internacionales, Embajador Alfredo Chiaradía [El motivo de la reunión] fue analizar con las perspectivas de las negociaciones comerciales que está llevando adelante el país, y en particular las oportunidades que generarían para el sector agropecuario. Se analizó, la marcha del Mercosur, las negociaciones externas con la Unión Europea y en el ALCA, y las negociaciones multilaterales en el marco de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio. Acompañaron al Dr. Miguens, el Vicepresidente Dr. Hugo L. Biolcati, el Secretario Ing. Daniel Pelegrina, los Directores Ing. Esteban Takacs y Sr. Alejandro Delfino, y el Ing. Raúl Roccatagliata. Sociedad Rural Argentina. (SRA, 2005)18
Por el lado de los industriales, al decaer las negociaciones por el ALCA, la UIA centró su principal interés en el MERCOSUR. En la 10ª Conferencia Industrial de la UIA, de noviembre de 2004, el CENI desarrollaba un balance del MERCOSUR19 que reflejaba también las tensiones entre Brasil y Argentina, para las que esbozaba algunas posibles correcciones. Débora Giorgi presentaba el informe:
Los objetivos de Ouro Preto no se cumplieron. Se produjo una pérdida, una salida de industrias, un cierre de industrias, donde la localización de las mismas no está atada a la dotación de recursos naturales, sino que está atada a los beneficios de mercado y escala (…) Se llegó institucionalmente hasta donde se pudo, no hasta donde se debe (…) Las respuestas han sido específicas acentuando el modelo del Mercosur a dos velocidades, pero la situación requiere una respuesta orgánica, planificada, para lograr recuperar el espíritu inicial del Mercosur (…) Cuando se habla de atender ajustes sectoriales, cuando se habla de moderar los impactos comerciales de asimetrías macro, cuando se habla de evitar el instrumento de incentivos no consensuados, estamos planteando la corrección que, a partir de inversiones sesgadas por políticas no coordinadas, se han generado en las productividades de los países de menor tamaño. (UIA/CENI, 2004:164-166)
En la intervención se diferenciaban del sector agrario, sobre el perfil exportador que pretendían para la Argentina: “Hemos afirmado repetidamente nuestra posición como representantes de la industria argentina en favor del Mercosur. Tan solo pretendemos como esencial que las exportaciones de bienes manufacturados argentinos registren tasas crecientes constantes y superar, de esta forma, la condición de vendedores de ‘commoditties’” (UIA/CENI: 2004:196). Para finalizar la intervención, Giorgi afirmaba:
Como final, el Mercosur, en mi opinión, es más que un acuerdo comercial; representa para nosotros una opción estratégica que los países de la región han elegido para avanzar hacia el desarrollo y la integración. Solidaridad y el equilibrio de costos y beneficios son condiciones fundamentales para que todos los países del bloque puedan conseguir el objetivo que una vez soñamos. (UIA/CENI, 2004:166)
En la misma exposición del CENI intervenía Álvarez Gaiani en torno a la situación del MERCOSUR y el rol del gobierno de Kirchner:
Corresponde reconocer que el actual gobierno desplegó una rápida y decidida acción en legítima defensa de nuestras manufacturas, frente a los desbalances provocados por asimetrías en el Mercosur. Sectores críticos, que corrían grave riesgo, contaron con la acertada decisión de las autoridades de Economía y Relaciones Exteriores, de adoptar adecuadas medidas de protección. Ello marcó el comienzo de una nueva etapa en nuestras relaciones con Brasil en el marco del Mercosur. (UIA/CENI: 2004:196)
En consecuencia, observamos al término de 2004 que, si bien el MERCOSUR tenía muchas objeciones para los industriales fue, sin duda, el escenario a privilegiar para la inserción regional. Se señalaba también que ahora existía un gobierno que hacía esfuerzos por resolver las asimetrías con Brasil y buscaba la armonía con el país vecino antes que el enfrentamiento.20 Durante el año 2005 continuaron los reclamos de protección por parte de los industriales argentinos ante el comercio con Brasil. En este aspecto, su relación con el gobierno estuvo en el mejor de sus momentos para conciliar posturas en favor de la protección de la industria argentina.21 El entendimiento con el gobierno llegaba hasta el punto de entablar en conjunto las negociaciones con Brasil por estos acuerdos para la protección de la industria argentina. Por ejemplo, Héctor Méndez encabezaba una delegación de la entidad en la comitiva que viajaba a Brasilia para reunirse con el canciller brasileño Celso Amorim y con los ministros Antonio Palocci, de Hacienda, y Luiz Furlan, de Desarrollo e Industria, para evaluar los temas conflictivos de la relación comercial bilateral.
En consecuencia, no llama la atención, entonces, que ante la Cumbre de las Américas de las Américas de Mar del Plata de noviembre de 2005, encontremos estos posicionamientos, que evidencian los acuerdos de posponer el ALCA, pero también los matices en cuanto a sus beneficios. Miguens, de la SRA, decía:
Argentina no debería desaprovechar la oportunidad de entrar al ALCA (…) siempre es útil llegar a algún acuerdo comercial’ [aunque afirmaba que] ‘tendrían que discutirse algunas condiciones’ para ese ingreso como por ejemplo la eliminación de subsidios agrícolas por parte de los Estados Unidos (…) ‘la prioridad actual es consolidar el Mercosur como bloque regional, ya que no ha tomado la fuerza que debería tener y tenemos problemas internos, como asimetrías’ (…) Pienso que se desaprovechó la presencia del presidente del país más poderoso (por George W. Bush) para haber logrado algunos compromisos en cuanto al problema de la pobreza y el desempleo” (Clarín, 7/11/05).
Alvarez Gaiani, en nombre de la COPAL, más cercano a la SRA en este tema, afirmaba que: “hay que avanzar con el ALCA, pero con la eliminación de las restricciones que proponen los Estados Unidos (…) el libre mercado en la región puede ser muy beneficioso pero si las condiciones son parejas” (Clarín, 7/11/11). Con más distancia, De Mendiguren, vicepresidente de la UIA y hombre del MIN, sostenía que “si el ALCA avanza sin considerar las diferencias entre los países americanos se corre el riesgo de consagrar el actual escenario: el país más desarrollado queda así, y los pobres siguen pobres” (Clarín, 7/11/11).
En este trabajo hemos observado la relación entre las corporaciones empresarias y los proyectos MERCOSUR y ALCA en los inicios del kirchnerismo. Por diferentes motivos, las principales fracciones de la clase dominante coincidieron en los planteos básicos del gobierno de Néstor Kirchner en sus primeros años en torno a la cuestión regional. Por un lado, en torno al ALCA acordaron en negociar primero la eliminación de subsidios norteamericanos a la agricultura en el marco de la OMC para luego discutir en el ALCA la apertura y la rebaja de aranceles en otras áreas. Por otro lado, coincidieron en utilizar el MERCOSUR –reconstrucción de la relación bilateral con Brasil mediante– para negociar el ALCA en conjunto con los vecinos de la región. En estos dos aspectos acordaron las principales fracciones de la clase dominante, tanto el agro a través de SRA y CRA como la industria a través de la UIA donde hubo un alto grado de cohesión sobre estos temas en su interior.
Si bien los límites y el posterior rechazo al ALCA fueron compartidos por el conjunto de la clase dominante, también observamos algunos matices. El agro, sobre todo SRA, CRA y también COPAL, que se caracterizan por exportar buena parte de su producción agropecuaria, defendieron siempre que las negociaciones pudieran llegar a algún resultado y que la posibilidad de acordar alguna forma de ALCA no se esfumara. Es que de haberse dado algún tipo de acuerdo, sobre todo si se destrababa la cuestión de los subsidios norteamericanos a la agricultura, este sector sería, sin dudas, uno de los más beneficiados en la posibilidad de colocar sus mercancías en ese mercado, debido a la alta productividad a escala mundial de esa rama. En tanto SRA y CRA representan a los productores rurales con capacidad de exportar a gran escala, esas dos organizaciones siguieron de cerca las negociaciones e interactuaron con el gobierno en cada momento clave. El interés en el seguimiento de las negociaciones en OMC, ALCA y UE, sobre todo de SRA a partir de su comunicado en enero de 2003 –y en menor medida de CRA y COPAL– dista de los escasos posicionamientos públicos sobre la temática, previos a ese período, que hemos analizado en Kan (2013). Cuando tomaron estado público las negociaciones en OMC y ALCA, estas corporaciones comenzaron a definirse y a interpelar la posición del gobierno. Entonces, el ALCA fue de conveniencia estratégica para estos sectores, por eso lo defendían, pero ante el curso planteado en las negociaciones, por parte de Estados Unidos, no podían aceptarlo.
El sector industrial, si bien también rechazó el ALCA por la cuestión de los subsidios, por el contrario, lo que le interesaba era prolongar la discusión de la apertura arancelaria local para la entrada de los productos de los otros países de la región, sobre todo de Estados Unidos. Solicitaban que la apertura fuera escalonada y que se mantuviera la posibilidad de aplicar todo tipo de medidas de protección: cláusulas de salvaguardias, medidas antidumping, cupos, reducción de aranceles escalonados en el tiempo, etc. Como las negociaciones en estos aspectos no avanzarían si primero no se destrababa la cuestión de los subsidios, a la industria le resultó conveniente prolongar la instalación del ALCA. Cuando hablamos del sector industrial, a diferencia del sector agrario, hablamos de un sector con una composición mucho más heterogénea, integrado por diferentes sectores o ramas económicas con grados distintos de concentración y centralización de capital, y al mismo tiempo, con una variada diferencia a su interior en relación a la competitividad internacional. La composición de la UIA con cámaras por actividad, empresas de afiliación directa, dos sectores políticos internos, la existencia de la COPAL –más allá de que tenía su juego propio– y las Pymes, evidencia esa heterogeneidad. En síntesis, el ALCA les generaba un problema mayor que al sector agrario.
Asimismo, es sobre el MERCOSUR que observamos mayor interés de la fracción industrial de la clase dominante. Como analizamos, el cambio de perfil del bloque (su mayor politización, su mayor cohesión, su prioridad en las agendas de política exterior de sus dos principales socios) que tuvo lugar desde 2003 en adelante, ayudó a convencer –a pesar de las tensiones comerciales que continuarían con Brasil– que era más convenientes resolver primero los problemas cercanos antes que apresurarse a otros de mayor envergadura como los que se vaticinaban con el ALCA. Los desequilibrios comerciales y las asimetrías con Brasil no tuvieron solución definitiva, pero sí un mayor entendimiento. A partir de 2004 el gobierno argentino llevará a la mesa de negociaciones con Brasil las propuestas de la UIA y éstas –no sin tensiones y discusiones con el gobierno y los empresarios del país vecino– pudieron ser aplicadas, como por ejemplo las cláusulas de salvaguardias.
Entre el MERCOSUR y el ALCA, ambos sectores, al igual que el gobierno, eligieron al primero para, reconfiguración mediante, negociar el segundo en mejores términos. Este último, si bien fue rechazado luego por el gobierno y por ambas cámaras empresarias, desde el punto de vista estratégico resultaba de mayor conveniencia para la SRA y CRA que para la UIA. Así, la suerte del ALCA para Argentina, tanto por las acciones de su gobierno como de su clase dominante, ya estaba echada cuando se realizó la Cumbre de las Américas de Mar del Plata. En los dos años previos se selló la postura que pudimos observar, la que implicaba una inserción regional algo más matizada que la guiada por el esquema comercialista de la CEPAL de los años noventa.
Si bien los cambios en la integración regional, particularmente la derrota del ALCA, obedecieron a la influencia de las luchas sociales enlazadas con las protestas antiliberales, desplegadas en varios países de la región, el lugar de las clases dominantes en ese proceso de reconfiguración, no merece ser soslayado. Varios de los gobiernos de la década anterior, llamados progresistas, expresaron demandas de aquellas protestas sociales pero también de las clases dominantes, por ejemplo, en materia de inserción regional. Esto explica el buen entendimiento, por esos años, de las corporaciones empresarias con el gobierno de Kirchner. La UIA lo prolongará a otros aspectos de la política económica en general, mientras que la SRA lo mantendrá exclusivamente para la inserción regional, al menos hasta la llamada crisis del campo de comienzos de 2008, donde luego el enfrentamiento con el gobierno será abierto y en todas las esferas.
1 Que tuvo lugar ni bien asumieron Lula y Kirchner y que rubricaron en una serie de encuentros bilaterales y documentos, entre ellos el Consenso de Buenos Aires, donde priorizaron el relanzamiento del MERCOSUR, la integración sudamericana y observaron los límites que presentaba el ALCA. Al respecto véase Kan (2010).
2 Recordemos que entre las reuniones de Cancún en setiembre y Miami en noviembre, tuvo lugar en octubre el mencionado Consenso de Buenos Aires entre Lula y Kirchner, que ya había tenido esbozos en encuentros bilaterales previos.
3 “Los empresarios piden negociar el ALCA desde el MERCOSUR. Apuestan a que no se repita en Miami el fracaso de la última cumbre de la OMC: La industria, el comercio, los servicios y la construcción coincidieron en exigir la apertura del mercado de los Estados Unidos en el proceso de integración del ALCA (…) A pesar de las diferencias internas, los empresarios argentinos están conformes con la decisión que tomó el Gobierno de negociar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en conjunto con el Mercosur y no realizar directamente un acuerdo bilateral con Estados Unidos, al tiempo que pidieron hacer esfuerzos para que la cumbre de Miami no se convierta en un fracaso como lo fue la última reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún” (El Cronista Comercial, 17/11/03).
4 El documento llevaba la firma de Luciano Miguens, presidente de la SRA por ese entonces.
5 También CRA y COPAL lo harían, aunque con menos aparición pública sobre estos temas.
6 “El presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, reclamó ayer una ‘reforma profunda’ del sistema tributario, y cargó contra las retenciones a las exportaciones, que pidió reducir para que el campo ‘recupere competitividad’. También insistió con la necesidad de ‘reducir las retenciones’ que gravan a las exportaciones del sector, pues según ejemplificó: ‘de cuatro barcos con soja que exportamos, el Estado se queda con uno’. ‘Es impostergable reducir las retenciones para recuperar competitividad. No se puede pedir reducción de subsidios a los demás países cuando acá se mantienen las retenciones’, enfatizó” (…) “El titular de la Sociedad Rural subrayó además que ‘ningún plan económico tendrá éxito sin seguridad jurídica, con emisión descontrolada y sin medidas de fondo que permitan un crecimiento sostenido de la economía’. A su criterio, ‘es indispensable que el Estado alivie los bolsones de pobreza de los cordones suburbanos’, ya que ‘no podemos aceptar que haya hambre en un país que produce alimentos para 300 millones de personas’” (Clarín, 3/8/03). Con respecto a la política de derechos humanos, se posicionarán en contra de las primeras medidas que el gobierno anunciaba: “Miguens cuestionó elípticamente la posibilidad de derogar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, para que sean juzgados en el país un grupo de militares vinculados con la represión ilegal durante la última dictadura militar. ‘No hay que mirar el pasado, sino apostar al futuro’” (Clarín, 3/8/03).
7 “Entidades del agro reclaman que se incorpore la discusión de los productos agrícolas”, titulaba este diario.
8 Luego de los reveses de Estados Unidos en la OMC de Cancún y de su pérdida de terreno en Miami ante los países del MERCOSUR en las negociaciones por el ALCA, la Cumbre de Monterrey se polarizó entre las duras posturas de Bush para afirmar el libre comercio en la región y los posicionamientos de Chávez condenando la política norteamericana. Como observamos en Kan (2010), sin negociaciones concretas, esta Cumbre tuvo resultados negativos para la relación de Estados Unidos con la región y para las negociaciones por el ALCA.
9 Para las que el gobierno de George W. Bush destinaba aproximadamente 5.000 millones de dólares anuales.
10 “Si este esquema no se respeta y EE.UU. no está dispuesto a negociar sus subsidios, la orden del gobierno de Néstor Kirchner es retrasar la apertura del mercado local y firmar en enero de 2005 una versión híbrida del ALCA” (La Nación, 2/2/04).
11 Entre otros temas, en Puebla se discutiría el acceso a mercados, agricultura, inversión, servicios, compras del sector público, propiedad intelectual, política de competencias, subsidios, antidumping y derechos compensatorios, así como solución de controversias. También se discutirá el Programa de Cooperación Hemisférica y los funcionarios recibirán un informe sobre el resultado de la última reunión temática sobre propiedad intelectual. En Puebla, además, se discutiría el cronograma definitivo para el resto de las reuniones que se mantendría durante el año y donde debería ya cerrarse el acuerdo y el contenido del ALCA definitivo.
12 La conferencia del año 2005 se hizo un mes después de las Cumbre de las Américas de Mar del Plata y prácticamente no hubo referencias sobre el tema.
13 El documento con la postura de la UIA se llamaba “La UIA frente al MERCOSUR y las negociaciones económicas internacionales”.
14 El CENI había sido creado en enero de 2003 por la UIA y tanto su sede como sus integrantes pertenecían a ella. Sin embargo, la creación del mismo se encontraba en el marco de un acuerdo con el Ministerio de la Producción –a cargo de Juan Ignacio de Mendiguren por aquél entonces– y la Cancillería Argentina. Su primer presidente fue Alejandro Mayoral y a partir de 2005 ocuparía su conducción la economista ligada a la UIA, ex secretaria de Industria del gobierno de la Alianza y futura ministra de Industria del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Débora Giorgi. El CENI desarrollaba investigación y opinión sobre las negociaciones económicas internacionales y alentaba la interacción entre el ámbito privado y público en las negociaciones externas. Constituía otro canal más para escuchar la voz de la entidad industrial en materia de política exterior comercial. Según la propia UIA, el CENI fue creado con la finalidad de “estudiar, debatir y capacitar en los temas, las disciplinas, la teoría y la práctica de la economía internacional a los efectos de recomendar políticas y poner a disposición de los industriales, en particular, y de la Nación, en general, sus conclusiones (…) El Centro interactuará con el sector público y con las Universidades y Fundaciones a los efectos de ampliar su base académica y el alcance de su trabajo (el CENI) pretende que los resultados y conclusiones a las que arribe el Centro contribuyan a un mejor y mayor conocimiento recíproco y sinergia entre el sector público y privado, no sólo el industrial” (UIA/CENI , 2003).
15 La comitiva gubernamental que viajaba a las reuniones ministeriales o minicumbres estaba integrada también por empresarios. En el caso de la reunión de Puebla, José María Fumagalli, un directivo de la UIA, luego de participar en las reuniones señaló: “la posición de la central fabril es que se alcance un acuerdo equilibrado. El debate interno hay que comenzarlo ahora y no cuando el ALCA ya esté en marcha” (La Nación, 4/2/04).
16 “Las entidades agropecuarias del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) reunidas en la ciudad de Montevideo el día 25 de marzo de 2004, solicitamos a nuestros Ministros de Agricultura y Ganadería, miembros del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) tengan a bien considerar las siguientes cuestiones vinculadas a políticas comerciales del bloque regional” (FARM, 2004).
17 “Argentina insistió hoy en que las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea (UE) y las del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) dependen de que EEUU y Europa eliminen sus millonarios subsidios a la agricultura” (La Nación, 4/7/05).
18 Alfredo Chiaradía, diplomático de carrera que había ocupado varias embajadas y que oficiaba como embajador ante la OMC, había reemplazado a Martín Redrado en ese cargo durante octubre de 2004, quien pasó a ocupar la presidencia del Banco Central.
19 Titulado: “Balance de la Integración. La enseñanza de la década. Propuesta para un mejor y viable Mercosur”.
20 No es casual que funcionarios de primera línea por esos años en las áreas de economía e industria, como Roberto Lavagna, Miguel Peirano, Federico Poli, Débora Giorgi, entre los más destacados, habían desarrollado parte de su carrera profesional como economistas en la misma UIA o en estudios económicos o usinas de pensamiento que trabajaban para ella.
21 Por ejemplo en el mes de mayo, en un encuentro entre Lula y Kirchner en el marco de una Cumbre Sudamericana con Países Árabes, el gobierno llevaba la propuesta de la Cláusula de Adecuación Competitiva que tenía el visto bueno de la UIA y que días antes de presentarla ante los funcionarios brasileños en ese cónclave fue acordada por la cúpula de la entidad industrial y los funcionarios del Palacio de Hacienda: “La UIA pide protección ante Brasil. Economía prometió medidas de defensa (…) Las relaciones entre los socios mayoritarios del Mercosur volvieron estar presentes en la reunión que mantuvo ayer la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA) con funcionarios del Ministerio de Economía. Y nuevamente, el Gobierno prometió protección a la industria local frente a las importaciones brasileñas” (La Nación, 7/5/05). Tras una reunión en el ministerio, el secretario de Industria, Miguel Peirano daba seguridad a los industriales sobre la continuidad en la defensa de los intereses del sector frente a la importación brasileña: “Así lo dejaron traslucir fuentes de la UIA al término del encuentro. Según reveló uno de los empresarios que concurrió a la reunión, la UIA recibió la promesa de Peirano del mantenimiento de la actual política de aplicación de restricciones a las importaciones en la medida en que el gigante sudamericano no acepte avanzar en la institucionalización del proceso de integración” (La Nación, 7/5/05). Al respecto, Héctor Méndez destacaba: “Vamos a defender la posición de que el Mercosur sirve, pero que tiene que asignar un papel industrial para la Argentina. El Gobierno se ha puesto del lado nuestro sabiendo que estamos perdiendo terreno” (La Nación, 7/5/05).
Basualdo Eduardo (2004). “Notas sobre la burguesía nacional, el capital extranjero y la oligarquía pampeana”, en Realidad Económica, N° 201. Buenos Aires.
Bonnet Alberto (2008). La hegemonía menemista. El neoconservadurismo en Argentina, 1989-2001. Buenos Aires: Prometeo.
Bonnet Alberto (2013). “Riñas en la cofradía. Los conflictos interburgueses en las crisis argentinas recientes”, en Conflicto Social, Año 5, N° 8. Disponible en http://webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/revista/08/06_bonnet.pdf
Castellani Ana y Schorr Martín (2004). “Argentina: convertibilidad, crisis de acumulación y disputas en el interior del bloque en el poder económico”, en Cuadernos del CENDES, vol.21, N°57. Caracas.
Jaquenod Alejandro (2013). “El realismo y el liberalismo internacionalista. Una introducción crítica a las teorías clásicas de las relaciones internacionales” en Kan Julián y Pascual Rodrigo (comps.) Integrados (?) Debates sobe las relaciones internacionales y la integración regional latinoamericana. Buenos Aires: Ediciones Imago Mundi.
Kan Julián (2009). “Vuelta previa al 2001. La devaluación del Real y algunas implicancias en la burguesía argentina” en Bonnet Alberto y Piva Adrián (comps.) Argentina en pedazos. Lucias sociales y conflictos interburgueses en la crisis de la convertibilidad. Buenos Aires: Ediciones Continente.
Kan Julián (2010). “De Cancún a Mar del Plata. Las disputas y alineamientos entre los gobiernos de la región y Estados Unidos ante la derrota del ALCA”, en Ciclos de la historia, la economía y la sociedad, Año XX, vol. XIX, Nº 37-38. Buenos Aires.
Kan Julián (2013). Integrarse desde arriba. La relación entre la clase dominante, los gobiernos, y los proyectos MERCOSUR y ALCA en la Argentina reciente, Buenos Aires, Tesis de Doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Katz Claudio (2006). El Rediseño de América Latina, ALCA, MERCOSUR y ALBA. Buenos Aires: Ed. Luxemburg.
Morgenfeld Leandro (2006). El ALCA, ¿a quién le interesa? Buenos Aires: Ediciones Cooperativas.
Morgenfeld Leandro (2012). Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos. Buenos Aires: Capital Intelectual.
Pucciarelli Alfredo (coord.) (2011): Los años de Menem. La construcción del orden neoliberal. Buenos Aires: Siglo XXI.
Rapoport Mario (2008). “Argentina y el MERCOSUR: ¿Dilema o solución?”, en Revista CICLOS en la historia, la economía y la sociedad. Nº 33/34. Buenos Aires.
Schorr Martín (2001). “¿Atrapados sin salida? La crisis de la convertibilidad y las contradicciones en el bloque en el poder económico”, Documento de Trabajo. Buenos Aires: FLACSO.
Schorr Martín y Wainer Andrés (2005). “A propósito de la crisis del MERCOSUR: Notas sobre el proyecto de país de la ‘burguesía nacional’ en la Argentina” en Realidad Económica, N° 215, Buenos Aires.
Viguera Aníbal (2000). La trama política de la apertura económica en la Argentina 1987-1996. La Plata: Ediciones Al Margen/ UNLP.
Ámbito Financiero
Clarín
Cronista Comercial
Infobae
La Nación
FARM (2004): Declaración de la FARM al CAS. Montevideo, marzo de 2004.
SRA (2003): ALCA: Sin el agro no hay negociación posible. Buenos Aires, enero de 2003.–SRA (2005): Gacetilla de Prensa. Buenos Aires, marzo de 2005.
UIA (2003): 9° Conferencia industrial. Buenos Aires, diciembre de 2003.
UIA/CENI (2003): Fundamentación de la creación del CENI. Disponible en http://www.uia.org.ar
UIA/CENI (2004): “Balance de la Integración. La enseñanza de la década. Propuesta para un mejor y viable Mercosur”, 10° Conferencia Industrial. Buenos Aires, noviembre de 2004.
Esta obra está bajo licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 Argentina